martes, 2 de noviembre de 2010

Pan Diario: Ruth 1: 16

Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios

 
Si leyeramos este versículo así solo, pensaríamos que es una declaración de amor entre esposos, pero no es así. Tal expresión de amor desinteresado y falto absolutamente de egoísmo proviene de una nuera hacia su suegra. Noemí y sus dos nueras, Ruth y Orfa, habían quedado viudas casi en el mismo tiempo, quedando solo ellas en esta familia que había emigrado de Judá a tierra moabita. Ruth y Orfa  vivian en su tierra, con sus familias y sus dioses; sin embargo, al corazón de una había llegado el testimonio de la familia de su esposo. Frente a lo inevitable, Orfa decide volver a casa de sus padres, pero Ruth no quería ni pensarlo: decidió "hacerse cargo" de su suegra, a la que se sentía ligada, y juntas afrontar la vida.¡ Qué expresión de amor que nos deja Ruth, la moabita! Un corazón que amó sin fingimientos ni conveniencias, porque iba a una tierra que no era suya, donde sería tratada y hasta despreciada por   ser extranjera, sin embargo, decidió enfrentarlo todo por algo simple pero poco abundante: el amor
¿De dónde venía ese amor desiteresado? Del Dios de amor. Evidentemente Ruth había conocido al Dios de su suegra tanto que decidió abandonarlo todo antes que El dejara de ser su Dios. Tal vez nos falte aprender mucho de esta mujer, pero nos deja una gran enseñanza: Cuando conocemos a Dios y El derrama su amor en nuestros corazónes, llegamos a amar aún a los que nos parecen  imposibles. Cuando entendemos lo mucho que El nos ha dado, comenzamos a dar ese amor. Compobémoslo en nuestra vida y veamos como todo empieza a cambiar ante nuestros ojos.
Bendiciones


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