miércoles, 28 de julio de 2010

Pan diario:ISAIAS 53: 5




Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz fue sobre él y por sus llagas fuimos nosotros curados


Mucha gente vive su vida entera ignorando este acontecimiento fundamental en la historia de la humanidad: la muerte de Cristo. Muchos creen que son totalmente ajenos a esto que fue el centro mismo de la historia, que fue el cumplimiento de la promesa de Dios hecha allí en los albores de los tiempos. Muchos le restan importancia, ignorándolo simplemente, acaso pensando que ni se sienten pecadores o que ni siquiera es de su preocupación. Pero la muerte de Cristo no es algo digno de ser ignorado, lejano en tiempo y realidad, sino que es trascendental para la vida del hombre, porque la muerte de Cristo significa victoria sobre aquello que tenía a la humanidad condenada al sufrimiento eterno, significa que Dios mismo se hizo hombre para salvar al hombre de la muerte. Significa reconciliación, aceptación, paz con Dios y con los demás.

Cuando, muchas veces, le pedimos a Dios que intervenga, que haga justicia por algo que ha pasado y otras tantas veces le recriminamos, Dios nos dice que El ya intervino y nos señala aquella cruz ensangrentada que llevó la vida de su hijo; allí Dios intervino por el hombre, allí decidió quien llevaría el castigo del mal, allí, esa cruz que hoy ignoramos, será lo que nos deje sin palabras delante de Dios. Nada podremos decir, porque la cruz estará allí, mostrando que Dios sí hizo por nosotros, se dio a sí mismo por amor.

Fui culpado sin nada que decir

y a buscarme ellos venían

mas luego oí una voz que del cielo decía:

"déjenlo y llévenme a mi."

Crucificado fue El,

yo debí haber sido clavado en la cruz

pero Cristo tomó mi lugar.




Bendiciones