lunes, 30 de agosto de 2010

Pan Diario: Miqueas 2:1-2







¡Ay de los que en sus camas piensan iniquidad y maquinan el mal, y cuando llega


la mañana lo ejecutan, porque tienen en su mano el poder!


Codician sus heredades y las roban; y casas y las toman; oprimen al hombre y a su casa, al hombre y su heredad.




Las injusticias sociales no son propias de nuestro tiempo. Es cierto que en ocasiones pueden verse acrecentadas, pero son propias de todos los ámbitos y todos los tiempos de la humanidad.


Cuántas personas, a través de los tiempos, fueron despojadas vilmente de sus posesiones y arrastradas hasta la mas profunda humillación. A cuántos les fue quitado el techo donde vivía con su familia, padeciendo necesidad por culpa de codiciosos sin escrúpulos. Pensando en esto, a mucha gente le cuesta creer en Dios, le cuesta pensar que pueda haber un Dios justo entre tanta iniquidad; caer en la trampa de es muy sencillo. Pero Dios no es ajeno al dolor humano, no es ajeno a las injusticias que padecen aquellos que menos tienen y, aunque estén alejados de él, Dios tiene un ay para aquellos que oprimen a sus hermanos.


Dios detesta la injusticia, sobre todo la que es premeditada, la que es pensada previamente; pero Dios promete justa retribución y justo castigo a aquellos que avasallan el derecho de los pobres. Siempre El estuvo pendiente de aquellos que menos tenían, o que perdían sus familias y quedaban solos (Prov 23:10).


No pensemos que Dios se ha olvidado de nosotros, ni que las injusticias que sufrimos de manos de los poderosos no tendrán retribución. Dice su palabra :"No os engañeis, Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre sembrare, éso también segará."Confiemos en nuestro Dios, él aún tiene las riendas de todo.
Bendiciones
Roni