jueves, 21 de octubre de 2010

Pan Diario: 1 Juan 1: 3

Lo que hemos visto y oido, eso os anunciamos, para que tambien vosotros tengáis comunión con nosotros, y nuestra comunión es con el Padre y con su hijo Jesucristo.

Muchos han intentado destruir el evangelio, ya sea con persecución y martirio, como era en los primeros siglos, o de manera mas intelectual, tratando de negar los acontecimientos, llevándolos a la categoría de fábulas o cuentos fantásticos. La verdad de Dios siempre ha sido perseguida y pretendido ser silenciada, buscando, por todos los medios,  cerrar las bocas que la difundían o esgrimiendo argumentos basados en pruebas infundadas. Pero, ¿qué falsedad se puede sostener frente al testimonio de un "testigo presencial"? En cualquier juicio, lo que el testigo vio y atestigua como veraz, es lo que tiene mas peso. Juan fue testigo presencial de toda la actividad de Jesucristo sobre la tierra, estando a su lado por 3 años y medio. Caminó con él, comió con él, estuvo con él día y noche; le vio hacer milagros que aún él mismo dice que no alcanzarían todos los libros del mundo para registrar lo que Jesús hizo cuando estuvo en la tierra (Jn. 21:25) Su testimonio es mas que fidedigno, por eso entendemos su enérgico ataque a aquellos que negaban que Jesucristo había venido en carne (1 Jn 4:3) Imagino al apóstol estupefacto ante aquellos que argumentaba falsas teologías y conocimientos humanos frente a su testimonio personal.
Por eso, desde sus escritos, aún nos sigue hablando a nosotros, para que estemos aprecibidos, sobre todo de aquellos que, aún encubiertamente, niegan la deidad del Señor Jesús. A todos nosotros y aún a los que no creen, Juan les dice: CRÉANME, YO LO VI.