miércoles, 18 de agosto de 2010

Pan Diario: FILIPENSES 3:7


Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo.

Saulo de Tarso no era una persona cualquiera. Su vida, desde sus orígenes, había estado signada por la excelencia: fue un auténtico israelita, no un prosélito; fue el mas destacado alumno de su maestro Gamaliel, aventajando a muchos; hablaba por lo menos 3 idiomas (hebreo, arameo y griego); relacionado con la cúspide religiosa judía, tenía poder sobre la vida de los que se atrevían a rechazar las prácticas que había abrazado toda su vida, e incluso algunos estiman que era miembro del Sanedrín. Todo cuanto se había propuesto lo había logrado, destacándose en todo lo que hacía, en una palabra, Saulo era el mejor.


Pero desde su experiencia camino a Damasco, todo cambió en la vida del hombre mas importante de aquellos tiempos; avergonzado, comprendió que todo aquello que había logrado no lo había acercado ni un solo paso a Dios. Consideró que la reputación y el celo que tenía por las tradiciones judías no le servían para alcanzar la salvación de su alma y que debía soltar todo aquello que celosamente asía y tomar la mano extendida que el Señor Jesucristo le tendía con amor. Podía haber seguido aferrado a sus cosas, que de hecho bastante sacrificio le habían costado, pero estimó que todos los pergaminos de su vida, todo lo que podía amar en esta tierra, eran basura frente a Jesucristo, el Hijo de Dios. Y eligió caminar el camino del evangelio solo, sin carga que lo estorbe para caminar, y llegar con lo único que podía darle acceso al cielo: La justicia de Cristo.


Mirar la vida del apóstol Pablo es de gran inspiración para nuestra vida; ver que un hombre se despoja de tal manera de sus cosas mas preciadas por amor al Señor, hace que pensemos si todavía estimamos algo de esta tierra mas que al Señor. Que el Señor nos ayude a poder despojarnos de todo y poder decir junto con Pablo:


Y ciertamente, aún estimo todas las cosas como pérdida


por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor,


por amor del cual lo he perdido todo y lo tengo por basura,


para ganar a Cristo.


Filipenses 4:8


Bendiciones