sábado, 8 de mayo de 2010


Diciendo:¿qúe quieres que te haga? Y él dijo:Señor, que reciba la vista.

Jesús le dijo:Recíbela, tu fe te ha salvado.

Y luego vio, y le seguia, glorificando a Dios y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios.

Lucas 18:41-43

Ayer mientras caminaba, meditaba en lo maravilloso que es el poder ver, el abrir nuestros ojos y tener la posibilidad de contemplar todo aquello que está a nuestro derredor, quizás sea el sentido que mas usamos y el que mas extrañaríamos, a mi entender, si lo perdieramos por alguna razón. Cuán desesperante sería vivir en un mundo de completa tiniebla, y con el recuerdo de lo que conocimos y ya no podemos ver... Tal vez así podamos entender la absoluta desesperación de este hombre que escuchó y sintió que su única esperanza estaba tan cerca... tan cerca...¿qué cosas habrán pasado por su cabeza, cuántos recuerdos, cuantas expectativas, cuántas?Ni su propia condición fue impedimento para que el Maestro le prestara atención:-¡ Ten misericordia de mi!... Ni el desaliento que brotaba de los labios de aquellos que estaban allí: -Cállate, cállate..., voces que emergían de las tinieblas en las que vivía...Cállate

Pero él quería ver y ese deseo fue mas poderoso, y con absoluta determinación siguió hasta que, frente a frente con Jesús, clamó por misericordia y recibió aquello que tanto deseaba.

Tanta enseñanza nos deja este pobre ciego, meditemos en aquello que deseamos con tantas ansias, con tanta y verdadera necesidad y clamemos al Dios de los cielos, esperando que en su misericordia, nos otorgue el deseo de nuestro corazón.