viernes, 1 de octubre de 2010

Pan Diario: Juan 16:9




De pecado, por cuanto no creen en mí.


Hay mucha gente que piensa en el pecado como en un acto externo, que se realiza en perjuicio de otro para beneficio propio y, por consiguiente, la no realización de este "acto " los exime de todo pecado. Muchas personas se ven buenas a sí mismas por no haber "cometido" grandes pecados y esto les permite prescindir, como si fuera posible, de Dios. Dicen, y algunos lo dijimos alguna vez, que no teníamos nada de qué arrepentirnos, porque no habíamos matado a nadie ni robado grandes sumas de dinero. Pero hay un pecado del cual no podemos liberarnos y es el que el Señor Jesús expresa en estas pocas palabras: NO CREEN EN MÍ. Este es el pecado mas grande que un ser humano puede cometer y por el cual puede condenar su alma al mismo infierno:" El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios" (Jn 3:18). Todo aquel que se crea tan bueno como para necesitar un Salvador, se condena a sí mismo.


Somo una raza caída, con un corazón permanentemente inclinado al mal, llenos de maldad y pensamientos inicuos. Jesús fue enviado a esta tierra como Salvador, cargó sobre sí todos los pecados de la humanidad y pagó con su sangre inocente el precio de nuestra redención. Si creemos que no lo necesitamos, por mas correcta que sea nuestra vida a nuestros propios ojos, estamos cometiendo, quizás sin saberlo, el pecado que puede condenar nuestra alma al tormento eterno. Corramos hoy a su cruz y por fe pidámosle el perdón de nuestros pecados y aceptémosle como único y suficiente Salvador. El Señor espera con los brazos abiertos.