miércoles, 1 de diciembre de 2010

Pan Diario: Mateo 20:29-34

Al salir ellos de Jericó, le seguía una gran multitud.
30Y dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Jesús pasaba, clamaron, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!
31Y la gente les reprendió para que callasen; pero ellos clamaban más, diciendo: ¡Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!
32Y deteniéndose Jesús, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga?
33Ellos le dijeron: Señor, que sean abiertos nuestros ojos.
34Entonces Jesús, compadecido, les tocó los ojos, y en seguida recibieron la vista; y le siguieron.

Vivimos en un mundo de problemas. Sean personales o colectivos, los problemas y las dificultades son, por desgracia, parte de nuestra vida. Muchas veces nos quejamos de las circunstancias que nos tocan vivir, y otras tantas veces nos preguntamos el por qué de tal o cual situación. A veces vivimos muchas experiencias desagradables o arrastramos dificultades de larga data, como puede ser una enfermedad. Estos ciegos del relato biblico no tenían menos problemas: ciegos de nacimiento, marginados de la sociedad, empujados por las circunstancias a convertirse en mendigos y esperar de la misericordia de otros para subsistir, el panorama no era muy alentador. Pero ellos, cansados de esa vida que les tocó vivir, tomaron la decisión de hacer algo para cambiar la situación, fueron a buscar la solución a sus problemas. Y no fueron a cualquier lado, no buscaron alivio ni soluciones superfluas, sino que fueron al Unico que podía definitivamente cambiar su situación.
¿Te sientes agobiado por los problemas? ¿Crees que para ellos hay solución? ¿Has intentado muchas cosas para revertir la situación y no has podido? Hoy toma el ejemplo de estos dos hombres, que tal vez tenían problemas distintos a los tuyos pero no menos grandes, y sin embargo no los consideraron como imposibles, sino que acudieron  al que era mas grande que sus propias dificultades, a Jesucristo, Hijo de Dios. Te invito hoy a tomar esta  decisión de rendir tu vida y todos tus problemas delante de Dios y El te entregará un corazón nuevo y una nueva vida para vivirla en plenitud.

 
Bendiciones