martes, 30 de noviembre de 2010

Pan Diario: Lucas 18:16

Mas Jesús, llamándolos, dijo: Dejad a los niños venir a mí,y no se lo impidáis porque de los tales es el reino de los Cielos.
Muchas veces creemos que seguir a Jesús es cosa de adultos. Pero Jesús reclamó a sus discípulos su excesiva ambición, contrastándola con la humildad y docilidad de un niño (Mt 18:1-3) Jesús siempre tuvo exclusivo amor por los pequeños, los que, junto a sus padres, escuchaban las enseñanzas que salían de su boca. Nunca los excluyó o los apartó de su lado, haciendo algun tipo de discriminación al respecto, sino que sus enseñanzas eran tan sencillas que los niños podían entenderlas perfectamente.
Para seguir a Jesús sólo necesitamos fe, la fe de un niño, esa fe que cree en una promesa hecha, no es cosa de adultos; es nuestro deber llegar a los niños con el evangelio, para que todos aquellos que nunca han escuchado de su amor, tengan la oportunidad de hacerlo, como esta pequeña:
" El sol apagaba lentamente su lámpara en aquella fría tarde invernal, pronto todo quedaría cubierto de oscuridad, pero parecía que las tinieblas eran más densas dentro de la pobre carpa gitana...
Pepita respiraba dificultosamente, tendida sobre un rústico jergón; sus ojos dilatados, daban evidencia de la enfermedad que estaba terminando con su vida... Otra noche, "la noche eterna" se cernía sobre ella... - "tengo miedo"- repetía sin cesar....
Una maestra de Escuela Dominicaalaa entró y se acercó a la niña...-"Pepita,¿ has oído hablar de Jesús, que quiere llevarte al cielo?..
-¿Jesús?... ¿cielo?...
- Sí, nosotros conocemos una historia maravillosa, es la historia del amor de Jesús"...
Ahora, aquellas jóvenes pupilas aterradas comenzaron a llenarse de lágrimas...
- Yo no- respondió entre sollozos- yo no la conozco... A mí nunca nadie me la contó."

De este episodio surgió el himno cuyo coro dice:
¡Dila otra vez, dila otra vez!a
que por salvarnos su vida él dió
para que nadie te pueda decir:
"ninguno a mí esa historia me contó".
Bendiciones