martes, 26 de octubre de 2010

Pan diario: 1 Cronicas 21:8-10

Entonces dijo David a Dios: He pecado gravemente al hacer esto; te ruego que quites la iniquidad de tu siervo, porque he hecho muy locamente. Y habló Jehová a Gad, vidente de David, diciendo: Ve y habla a David, y dile: Así ha dicho Jehová: Tres cosas te propongo; escoge de ellas una que yo haga contigo.

Las consecuencias del pecado son inevitables. No estaba el pecado en censar al pueblo, de hecho, esto estaba establecido en la Ley de Moisés, sino en dos cuestiones probables: primero, esto prosiblemente demostraba que David confiaba mas en su poderío militar que en el poder de Dios; o segundo, que el censo no habia sido hecho de acuerdo a lo que Dios había dicho en Ex.30:11-6: "Habló también Jehová a Moisés, diciendo: Cuando tomes el número de los hijos de Israel conforme a la cuenta de ellos, cada uno dará a Jehová el rescate de su persona, cuando los cuentes, para que no haya en ellos mortandad cuando los hayas contado." Sea cual sea el verdadero motivo, ambas cosas eran desagradables delante de Dios. Y David inmediatamente comprendió su error, tomó plena responsabilidad en el hecho, confesando su pecado y asumiendo las consecuencias. Esto tiene una enseñanza para nosotros: mucha gente desea contar con el favor de Dios en su vida, pero no quieren reconocer los errores que cometen, o en todo caso, los reconocen pero no quieren asumir las consecuencias. Lamentablemente, el pecado tiene un efecto dominó. Nosotros podemos pedírle a Dios perdón por lo que hemos hecho mal y Dios nos perdonará, pero tenemos que saber también que las consecuencias, lo que produce o trae aparejado el pecado, están en marcha.
El meditar antes de actuar y el pedir dirección a Dios en oración, puede evitarnos a nosotros y a nuestro ámbito de influencia, sufrimiento y mucha pena. Conozcamos la voluntad de Dios para nuestra vida cada día.

Bendiciones