miércoles, 16 de junio de 2010

Pan diario:PROVERBIOS 15:28


El corazón del justo piensa para responder,

mas la boca de los impíos derrama malas

cosas.


¡Las palabras! Cuánto bien podemos hacer con ellas, cuando las usamos para construir, para animar, para fortalecer. Una palabra bien dicha en el momento justo puede alegrar un corazón acongojado, puede dar consuelo al que no lo encuentra, puede reconfortar, siendo medicina para el alma, pues el que es justo mide con prudencia sus palabras y, aunque dicen que la verdad es cruda, no por eso debemos herir con ella.

Cuántos de nosotros alguna vez, cuando esperábamos una palabra de aprobación, recibimos palabras como golpes de espada, que terminan derribando nuestro ánimo y despedazando nuestro corazón, ¿Cómo reponerse ante semejante situación? Es una pregunta difícil de responder, pero debemos buscar consuelo en la palabra de Dios. Dice el salmista:"Abatida hasta el polvo está mi alma, vivifícame según tu palabra"(salmo 119:25)

A veces, no podemos evitar lo que nos llega; lo importante, ante Dios, es lo que hacemos nosotros, cómo actuamos ante una situación, porque, en último caso, de ésto nos van a pedir cuentas. Que el Señor nos ayude a ser "tardos para hablar y tardos para airarnos" y que cuando vengan a nosotros encuentren siempre una buena palabra, que sea del fruto abundante y bueno de nuestro corazón.