lunes, 1 de noviembre de 2010

Pan Diario: SALMO 91:1

El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente.

Estas son las palabras del salmo 91, un salmo muy conocido por todos, un salmo que nos habla de la protección de Dios hacia sus hijos. Pero este salmo contiene realidades que no podemos soslayar. El salmo va desencadenando una serie de bendiciones para todo aquel que cree en Dios, pero todas éstas se desprenden del versículo 1: El que habita. La promesa de bendición no es para todos, sólo para el que habita. Es una condición "sin equanon". Resulta inútil pensar que si colocamos, por ejemplo, la Biblia abierta en este salmo, o si tenemos sus versos colgados en un bello cuadro en nuestro living, obtendremos la tan ansiada protección de Dios. No es un fetiche o algo mágico, como nada lo es en la Palabra de Dios. Aquello que nos permite vivir bajo el amparo de la mano del Omnipotente es precisamente eso, "vivir". Y vivir no es solamente existir o tener un nombre o un título, es una experiencia diaria con Dios, donde dejamos todas nuestros pensamientos, anhelos, deseos y pretensiones debajo de la voluntad de Dios, para que sea Él el soberano en nuestra vida.
No es una tarea fácil, claro que no, renunciar a todo y confiar en lo que Dios decida para nuestra vida exige madurez y disciplina, amor y convicción. Por eso, cada vez que leamos este salmo, preguntémonos si estamos "viviendo bajo" la cobertura de Dios, porque el Señor siempre estará allí, los que nos podemos salir afuera de esa bendición somos nosotros mismos, siendo en ese lugar sin protección, presa fácil para el enemigo.
Bendiciones