martes, 3 de agosto de 2010

Pan Diario: 1 Cor 9:25


Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.


En la vida, pdemos ver muchos atletas que se preparan en el deporte que han elegido. Y esto, lo saben ellos y su familia, implica un sacrificio que se hace con gusto, porque lo hacen por la gloria. Pasan horas en los gimnasios y sacrifican tiempo con su familia por las concentraciones y los traslados; se guardan de llevar una dieta estricta, propia para cada disciplina; no se dan un gusto, porque podría dejarlos fuera de carrera. Cuántas cosas podríamos nombrar acerca de la vida del deportista, a cuántas cosas renuncia por poder llegar y obtener el premio tan ansiado por él.La vida cristiana es una carrera, una carrera que tiene como premio el supremo galardón que Dios le dará a aquellos que llegan a la meta. Y hay muchas veces en que se cree, sobre todo los mas jóvenes, que es una vida muy sacrificada, y comienzan a enumerar una serie de cosas que consideran hacen a la vida de las personas. ¿Por qué no puedo hacer esto o aquello? ¿Qué tiene de malo? Son preguntas que se escuchan a menudo dentro del seno familiar. Y a veces, los padres, recurrimos al: No, porque no, sin ahondar mas allá en el razonamiento. ¿por qué no? y seguimos en el círculo sin poder salir. Sería mas fácil remitirnos a ejemplos comunes, como hizo el apóstol Pablo, ejemplos que ellos tienen a la vista y cuya situación respetan y entienden que es así. Y si ellos, que corren por una corona corruptible, logran mantener una conducta de vida, porque saben que esto es fundamental para poder llegar, cuánto mas nosotros, que nos espera la corona incorruptible de gloria, no vamos a poder abstenernos de las cosa que nos perjudican, a fin de poder llegar a la meta.

Que el Dios de gloria nos ayude para que seamos ser fieles hasta el final de la carrera, y que podamos decir como el apostol:

He peleado la buena batalla, he acabado la carrera,

he guardado la fe.

Por lo demás, me está guardada la corona de justicia,

la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día;

y no solo a mí, sino también

a todos los que aman su venida.

2 Ti. 4:8

Bendiciones