jueves, 5 de agosto de 2010

Pan Diario: HEBREOS 12:2




Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual, por el gozo puesto delante de El, sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.


Como decíamos días pasados, la vida cristiana es una carrera,la cual se nos invita a correr con legitimidad; a veces parece mas fácil, a veces se torna dificultosa, pero en esta carrera hay un pequeño secreto que nos puede llevar a la victoria. Una vez escuché un relato acerca de una carrera corrida a través de la nieve, donde los participantes tenían que recorrer un trecho lo mas recto posble, éste era el desafío. Los resultados fueron vistos al final; muchos de los competidores recorrieron la pista en círculos, otros zigzagueando, pero sólo uno llegó a la meta dejando una línea recta tras de sí. Cuando se le preguntó cómo había hecho esto, el atleta respondió que solamente había caminado fijando su vista en un poste que tenía delante, y nunca desvió la mirada, ni para ver la profundidad de la nieve ni para ver qué hacían los demás. -Yo me fijé un rumbo y llegué,- fueron sus palabras finales.

Esto deja una enseñanaza para nuestras vidas: Jesús hizo esto mismo, ni la cruz ni el oprobio sufrido pudieron hacerle desviar la mirada del gozo que estaba puesto delante y por eso gozo llegó a sentarse a la diestra de Dios.

Tomemos ejemplo del Maestro y caminemos puestos los ojos en él, no importa qué ocurra a nuestro alrededor, si desviamos la mirada, no llegaremos. Caminemos hacia adelante, mirando el galardón.