sábado, 29 de mayo de 2010


Respondiendo Jesús, le dijo:¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista.

Marcos 10:51

Al borde del camino un ciego se encontraba,

tinieblas le rodeaban con cínico dolor.

Acaso esperaba limosna lastimera,

que con desprecio le diera un frío corazón.

Eran su companía, las rocas del camino,

testigos de su suerte, su angustia y desazón.

Así era su vida, miserias de mendigo,

con el alma aprisionada, desgarrado el corazón.

Repentino estruendo, voces que avanzan

le hicieron olvidar de pronto su aflicción.

Trataba de saber que era aquel bullicio,

que rompió su silencio allá en Jericó.

Cuando escuchó el nombre Jesús nazareno

una luz de esperanza entre las sombras surgió;

-Ten misericordia de este pobre ciego,

Hijo de David, mira mi dolor.

Tan fuerte clamaba su alma angustiada

que el Señor, compasivo, su voz escuchó.

y aquellas voces que le fueron hostiles

ánimo le daban en su desesperación.

Ya frente al Maestro, con gran esperanza,

anheladas palabras con gozo escuchó:

-¿Qué quieres que por ti haga, qué necesitas?

-Que mis ojos alumbres, que recobre el don.

Tan grande fe, tan firme confianza,

encontró el Maestro en ese corazón

que tierno y compasivo atendió sus ruegos

y el ciego del camino, su vista recobró.


RONI