viernes, 5 de noviembre de 2010

Pan diario: JOB 22:21

Vuélvete ahora en amistad con él y tendrás paz, y por ello te vendrá bien.

El hombre es un eterno buscador de paz. Permanentemente está en una búsqueda infructusa de esa sensación de quietud; y busca por allí y por acá pero no encuentra.  Trata de encontrar paz dentro de sí, pero no lo logra; procura estar en paz con los demás, pero no la alcanza.  Prueba cosas nuevas y se deja llevar por ideas extrañas, pero no hallará la solución.
Para que el hombre logre asir tal ansiado objetivo, debe primero tener paz con Dios. Y esto solo se alcanza por fe. Dice el libro de Romanos, capitulo 4, que Jesucristo fue "entregado por nuestras trasgresiones y resucitado para nuestra justificación" Y el cap. 5 comienza diciendo: "Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo". La paz con Dios se logra aceptando que estamos alejados de él por nuestras iniquidades (Is 59:2) y que necesitamos un Salvador que nos "acerque" a Dios, esto es, que por medio del sacrificio sustitutorio de Cristo, su justicia nos es imputada, quedando así libre de culpa y castigo;  y siendo "declarados Justos" por esa justicia de Cristo en nosotros, tenemos paz con Dios.
Y esa tan buscada paz, que la hallamos sólamente en Dios por medio de Cristo, nos permite estar en paz también con nosotros mismos y además, en consecuencia, con los que nos rodean.
Tener paz con Dios significa que El no es nuestro enemigo, sino que nos ve como amigos, ofreciéndonos su amistad. Y todo esto redunda en bendición para nuestra vida, porque él nos promete bendición.