viernes, 13 de agosto de 2010

Pan Diario;ROMANOS 15:1


Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles y no agradarnos a nosotros mismos.


Es difícil dejar de hacer lo que nos gusta. Quizás porque entendemos que a nosotros no nos causa ningun daño, y que tampoco vemos nada de malo en ello; el problema se nos presenta cuando esto que nosotros hacemos es causa de tropiezo para otro, porque eso que a nosotros no nos produce el menor inconvieniente, puede ser causa de tentación o turbación para su débil o recién nacida fe. ¿Podemos tal vez sentir que nuestra libertad en Cristo se vea coartada? ¿No somos libres en el Señor? Sí, pero es una libertad de la esclavitud del pecado, no una libertad que me deja obrar a mi antojo, sin medir consecuencias, en pro de esa libertad.

Jesús condenó energicamente esta posición, cuando se refirió a poner tropiezo a los mas pequeños (Mt. 18:7), es nuestro deber cuidar a aquellos que recién llegan al conocimiento de Dios y ponen su mirada en los que van delante. Quizá lo que para nosotros es una pequeña piedrecita, para el niño en la fe puede ser una gran roca. Por eso, el apóstol Pablo nos recomienda nuevamente que andemos en amor, no agradandonos a nosotros mismos, sino edificando la fe de otros.

Busquemos, como buenos discípulos del Señor, andar el camino que El nos marcó con su ejemplo, no buscando nuestro propio bien, sino el de los demás.

No mirando cada uno por lo suyo propio,

sino cada cual también por lo de los otros.

Haya, pues, en vosotros, este sentir

que hubo también en Cristo Jesús.

Filipenses 2:4-5










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