Y descendí a casa del alfarero y he aquí que él trabajaba en la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra visija, suún le pareciò mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehovà diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.
Dos cosas me han llamado la atención en este pasaje. Y, al revés de lo que la lógica puede establecer, la primera es aquella que ocupa menos palabras: "he aquí que él trabajaba en la rueda". El trabajo en la rueda o torno tiene 2 principales características, a mi entender y con mis escasos, por no decir nulos, conocimientos acerca del tema. Primero es que permite hacer piezas practicamente iguales, aunque reciben un tratamiento personal cada una de ellas, de acuerdo a la voluntad del alfarero; y la otra es que todas las piezas tienen una simetria radial con respecto al eje vertical.
En qué momento aquella vasija del pasaje de Jeremìas se echó a perder, no lo sabemos, pero podemos pensar ¿ perdería su simetría radial, con respeco al eje vertical? ¿ Se habrá "desviado" o "corrido de su eje"?
Sería interesante ver en nuestra vida espiritual en què momento nos "echamos a perder" en las manos del divino alfarero. ¿Dejará de ser Cristo nuestro eje central? ¿Nos inclinaremos de lado y perderemos la forma?
Sepamos, de cualquier manera, que si el Señor Jesucristo deja de ser nuestro "centro", el mismo Señor nos moldeará de nuevo, una y otra vez, hasta que su obra "satisfaga su alma" y podamos ser, si bien vasijas de barro, útiles para toda buena obra.
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