Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho
¿Cuántos de nosotros sabemos manejar? Pensemos, por un momento, en aquel primer día que enfrentamos el volante ¡estábamos nerviosos! ¿verdad? Sabíamos toda la teoría, lo que había que hacer y lo que no, pero ahí estábamos sentadas en un lugar donde nunca habíamos estado. La verdad es que es poco probable, aunque no imposible, que hayamas enfrentado ese momento solos, porque, creo yo, nadie estaría lo suficiente mente fuera de juicio como para no acompañarnos, ya sea por el peligro potencial que podría resultar una mala maniobra, como en el cuidado del propio vehículo, ¿no? Lo cierto es que en nuestra inexperiencia, nos daba tranquilidad tener a alguien al lado, para que, en caso de imprevistos, pudieramos preguntar qué hacer.
Nuestra vida está llena de dificultades. Muchas, muchas veces no sabemos qué rumbo tomar y nos sentimos solos, sin ayuda. Pero Dios nos ha dado el Divino Ayudante, para que esté con nosotros para siempre. Jesús nos prometíó esta ayuda, que él mismo enviaría, pero no es una fuerza o algo impersonal, sino la persona misma del Espíritu Santo (Zac 4:6) y como tal nosotros podemos conocerlo: como una persona, que piensa (Ro. 8:27), que Siente (Ef 4:30) y que tiene voluntad (1 Co 12:11)
El Espiritu Santo es la persona divina que Jesús dejó en la tierra para realizar una tarea específica: morar, guiar y vivir en los creyentes. La presencia y el poder de Cristo se multiplican a través del Espíritu Santo en todos los que creen. Podemos experimentar el amor y la dirección de Jesús en la medida que permitamos al Espíritu Santo hacer su trabajo en nosotros.
Debemos conocer al Espíritu Santo, debemos confiar en sus manos el mando de nuestras vidas, como pasó con aquellos 120 en Hechos 2, un grupo de temerosos seguidores de Jesús que estaban escondidos por temor a la persecusión. Allí llegó el Espiritu Santo sobre ellos, y donde había debilidad puso fuerza, donde había cobardía colocó valor y donde la ignorancia y la vulgaridad fueron desplazadas por sabiduría y conocimiento.Y fue alli donde la fe de ese puñado de hombres llenos del Espiritu Santo comenzó a dar la vuelta al mundo.
Bendiciones