No te jactes del día de mañana;
porque no sabes qué dará de sí el día.
Son muchas las veces que nos expresamos hablando de lo que haremos el día de mañana, dando, muchas veces, las cosas por hechas. Planificamos nuestra vida con total confianza de que todo va a producirse tal y como lo pensamos.
Pero muchas, muchas veces, las cosas no salen exactamente así como estaban previstas, y nos llama la atención, porque no estamos preparados, me hago cargo, de sobrellevar lo que no estaba planificado, lo circunstancial, lo emergente. Y nos quedamos lamentándonos por el tiempo perdido, mirando lo que podía haber sido y no fue como queríamos que fuera.
Nos ahorraría mucha frustración el dejar todo en manos de Dios, es difícil porque, como hombres, queremos ser siempre los que manejamos el timón y nos cuesta muchísimo dejar el mando de nuestra vida en manos del Señor. Quizás porque todo lo medimos en pensamiento de adulto, en que a mayor edad mayor responsabilidad, pero en nuestra relación con el Señor, ésto debería ser: cuánto mas madura sea nuestra relación con Dios, mas dependiente. Suena ilógico, pero es el pensamiento de Dios. Dios no quiere que crezcamos y nos independicemos, como hacen los hijos, sino que cada día El sea el que dirija todo ámbito de nuestra vida, que no nos reservemos nada para nosotros, El quiere ser nuestro todo en todos.
Aprendamos hoy a dejar nuestro mañana en las manos de Dios, y no nos jactemos de lo que no depende de nosotros. Alabemos al Señor en todo. Bendiciones