¿Por qué te abates, oh alma mía;
y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios, porque aún he de alabarle
salvación mía y Dios mío.
Este salmo, junto con el siguiente, nos hablan de los seres humanos en la búsqueda de Dios. Muchas personas que han sufrido dolor y agonía extremos han hallado en estos versos el vital consuelo para sus almas. Pero, seamos sinceros, ¿a quién le gusta sufrir? Absolutamente a nadie. Ninguno de nosotros busca estar en estrechez económica o algún problema de similar magnitud. Todos clamamos a Dios para ser librados del mal, todos buscamos que nos vaya bien. Pero qué pasa cuando Dios decide ponernos en la prensa de aceite, y aprieta, y aprieta cada vez mas. ¿Sale una alabanza de nuestro corazón, una expresión de gratitud; o la mayoría de las veces son quejas y lamentos? Esto es para pensar.
¿Buscamos un avivamiento en nuestra vida, para nosotros o nuestras congregaciones? Los avivamientos no nacen en medio de la prosperidad, sino de la tribulación, de la derrota, de las circunstancias tensas y adversas, es allí, cuando no sabemos que hacer, cuando nos dirigimos a Dios. Preparémonos.
Bendiciones