No confíes en los príncipes,ni en hijo de hombre,
porque no hay en él salvación.
Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra,
En ese mismo día perecen sus pensamientos.
Bienaventurado aquel cuyo ayudador
es el Dios de Jacob.
Cuya esperanza está en Jehová su Dios.
Los seres humanos somos muy propensos a confiar en otra persona, la cual consideramos que está en mejor posición que la nuestra, para recibir algún beneficio; esto ha sido así desde siempre. Confiamos que con la asunción de un gobierno o de una autoridad nos va a ir mejor y ciframos nuestra esperanza en un hombre, el cual perece, y nuestras ilusiones se disipan cual humo.
Por eso, Dios nos insta a que aprendamos a confiar en El solamente, porque El es quien hizo todas las cosas, en los cielos, en la tierra. A veces es mas fácil y somos mas dados a creer en lo que vemos, en lo que podemos percibir efectivamente, pero esto no es fe. Confiar en el Señor es creer aunque no veamos nada, pero debemos estar apoyados en su palabra siempre. Si Dios lo dijo, El no es hombre para mentir, y podemos estar absolutamente seguros de que, a su tiempo, Dios cumplirá lo que nos prometió.
Pero para confiar en Dios, hay que conocerlo, para confiar en El, hay que entablar una relación, y esto sólo es posible a través de Jesucristo. El es el único mediador entre nosotros y Dios, no hay mas, no tenemos necesidad de buscar en otro una ayuda, ¡qué mejor que poder hablar con el Hijo del Dueño de la vida! no podemos desaprovechar la oportunidad inmejorable que se nos brinda a través de Jesucristo. El te espera con los brazos abiertos, cree en El y tu vida cambiará para siempre.