Y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.
En Romanos 1:17 dice que el justo por su fe vivirá, pues la justicia de Dios se revela por fe y para fe. ¡Cuánto afirmó la fe del apostol Pedro esta visión en el monte santo! Jesús no se transfigura, cambia su apariencia, delante de ellos sin sentido, porque bien podía haberlo hecho en soledad, como acostumbraba a retirarse aparte para orar; sin embargo, elige a 3 de sus discípulos para que sean testigos de este momento. Esa visión sostuvo en fe al apóstol, que en el ocaso de su vida y ministerio declara: "Porque no hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad; pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnifica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo."(2 Pedro 1:16-18)
Esa visión, en la cual vieron su gloria, era la esperanza de que el camino del evangelio era un camino cierto, de que Dios había cumplido su promesa de enviar a Emanuel, de que aquel que los invitó un día a dejar sus olorientas barcas y ser pescadores de hombres, los esperaría al final ciertamente, para coronar sus esfuerzos. Pedro nos dice desde la Escritura: es verdad que viene, porque nosotros lo vimos en gloria.
Quizás nuestra fe se vea un poco debilitada en algunas circunstancias, pero tomemos aliento con estas palabras que nos deja el apóstol, pensando que pronto nosotros también "veremos su gloria".
Bendiciones
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