Y que procureis tener tranquilidad y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera y no tengáis necesidad de nada.
Los tesalonicenses estaban asustados. Habían prestado oído a palabras que causaban en ellos el mayor de los desalientos, acerca de la venida del Señor. Por un lado, entre las ponzoñosas palabras que abundaban en su medio, se decía que la venida del Señor ya había ocurrido y que ellos no habían sido parte, lo cual producía en sus corazones un sentimiento de desánimo que los llevba a poner en duda su joven fe. Y no solo ellos, dado que eran víctimas de una cruel persecución, sino que también lamentaban por sus muertos, no tieniendo en claro la doctrina de la resurrección del cuerpo. Por el otro lado, había algunos que consideraban que la venida de Cristo era inminente, con lo cual era inútil trabajar, y preferían no hacer nada, siendo con esto, una carga para los demás.
El apóstol Pablo les envía una carta alentadora y, a la vez, correctiva. Les profiere palabras de aliento acerca de la venida del Señor, la cual será precedida por el sonido de la trompeta, y que será un reencuentro maravilloso en las nubes (vs 17)junto con aquellos que depositaron su fe en el Señor y dieron su vida como testimonio a otros. A su vez, amonesta a aquellos que, entendiendo de manera errónea, causaban carga al pueblo, diciéndoles que es necesario seguir con su vida, trabajando y haciendo sus cosas, mientras esperamos la aparición de nuestro Señor en el aire. La conducta de estos hermanos no era tan solo perjudicial para ellos mismos, sino también manchaban el testimonio de la iglesia para con los de afuera.
Así también nosotros debemos recibir la enseñanza de la Palabra de Dios, conduciéndonos honradamente en todo y recordando que somos "carta leída" para los incrédulos.
Bendiciones
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