No seais como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento.
Que han de ser sujetados con cabestro y con freno,
porque si no, no se acercan a Tí.
Salmo 32:9
¡Tanto le cuesta al hombre volverse a Dios! Dios siempre llama al hombre con amor, siempre le busca, siempre le espera; pero la actitud de la criatura lo lleva a compararlo con un animal, y no con cualquiera, todos conocemos el caracter impetuoso del caballo o la pasmosa terquedad del mulo, pero, sin embargo no tienen entendimiento; Dios le dio al hombre la capacidad de pensar, de razonar, de elegir, el animal no tiene esa posibilidad, sino que actúa por instinto; Dios no quiere obligar al hombre, como se obliga a un animal a obedecer y se lo maneja con riendas, sino que desea que el hombre lo ame, lo elija, lo prefiera, cada día y de su propia voluntad.
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