A la cual dija la hija de Faraón: Lleva este niño y críamelo, y yo te lo pagaré. Y la mujer tomó al niño y lo crió.
Sabemos que los hijos son un precioso regalo de Dios. Pero, al contrario de lo que ocurre con los regalos, ellos no son de nuestra propiedad. Dios nos entrega en nuestras manos su tesoro, y, al igual que la hija del Faraón hizo con la madre de Moisés, nos pide que se lo criemos, que nos hagamos cargo del niño, pero considerando que es un préstamos que nos hace, no nos da un título de propiedad sobre ellos.
Criarlos para el Señor implica una gran responsabilidad, pues se nos pedirá cuenta de ello. Pero el Señor no nos deja solos en esta aventura y establece principios básicos en su Palabra para que sepamos que hacer: AMOR, DISCIPLINA, ENSEÑANZA Y EJEMPLO; éstos pilares no son independientes sino que están interrelacionados entre sí, y de esta interrelación depende que nuestro trabajo llegue a buen término. El amor sin la disciplina necesaria, nos dará como fruto hijos consentidos, que luego nos avergonzarán (Pr. 29:15). La disciplina sin amor, produce desaliento(Col 3:21)La enseñanza sin ejemplo, llenará de reproches y resentimiento el corazón de los hijos y el ejemplo sin enseñanza nos traerá frutos estériles, inseguridad y temor.
Debemos y es nuestra responsabilidad, prestar oído a estos principios, pues la crianza que nos ha sido asignada amerita tal dedicación. Los hijos son propiedad de Dios y a El debemos procurar que lleguen, sanos y sobre todo, salvos.
Bendiciones
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