Me buscaste, Señor, no lo esperaba,
me escogiste de entre la multitud.
Qué viste en mí, Señor, aún no entiendo,
tan bajo y vil como soy.
Pero no importó mi ineficiencia,
la torpeza de mis labios,o lo duro de mi voz
Qué buscabas en mí, no lo comprendo,
de seguro no era perfección.
No te interesó mi nombre,
ni mi pasado te impresionó,
no necesitabas fortaleza,
ni inteligencia ni valor.
Sólo me pedías una cosa, sí, sólo una,
que a mi juicio no era la mejor,
busacabas en mí un corazón rendido,
donde tu gloria brillara en su esplendor.
No necesitabas nada de mi que pudiera darte
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