En mis escasos viajes hacia el interior de mi país, uno siempre ha quedado plasmado en mi memoria, quizás es una expreriencia común para algunos ,pero a mí me impresionó: el estar frente a una montaña. Recuerdo que la sensación que me invadía me sobrepasaba, era verme tan pequeña ante la inmensidad, hasta muy vulnerable. A veces uno se siente con un ego muy grande, a veces muy poderoso, invencible y muchas ideas que el hombre puede tener de sí mismo, pero cuando se enfrenta a algo grande, las sensaciones empiezan a cambiar. Y cambian mucho mas si pensamos que Dios es mas grande, aún que esa inmensa mole que hay delante nuestro. Sí, Dios es mas grande que lo que pueden ver mis ojos o puedo imaginar con la mente, y aún siendo tan grande, se ocupa de mí, dice que tiene de mí memoria. Pensar que estoy en el pensamiento de Dios me hace sentir importante, amada, querida; pensar que Dios pensó en mí cuando envió a su Hijo a morir, pagando por mí aquel precio altísimo de la redención, es un pensamiento que abruma, el de un amor tan grande que excede a todo conocimiento.
Piénsalo, Dios te ama, con amor eterno (Jer 31:3) no desprecies su amor, ha costado la vida del Hijo de Dios.
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