lunes, 10 de mayo de 2010


Escucha, oh Jehová, mis palabras

considera mi gemir.

Está atento a la voz de mi clamor,

Rey mío y Dios mio.

Porque a Tí oraré,

Oh Jehová, de mañana oirás mi voz;

de mañana me presentaré delante de Ti

y esperaré.

Salmo 5:1-3

Escucha mis palabras... el salmista clama desde lo mas profundo de su corazón; considera mi gemir, esas palabras que expresan las intenciones de un corazón verdaderamente necesitado de respuestas; ese gemir, un susurro doloroso, imposible de poner en palabras humanas, pero que Dios entiende muy bien, porque el entiende el lenguaje del corazón, sobretodo, ese corazón decidió no buscar en otro lugar la solución a su problema, sino que prefiere, aún muy temprano, esperar que la respuesta del cielo llegue. Esa imagen me parece la de aquel que, plantado frente a alguien, dice: tengo todo el tiempo, aquí te espero.

Esa determinación es encomiable, es parte del creer y confiar lo que el autor quiere expresar en sus palabras: Esperaré

¡Cuánta perseverancia podemos ver en sus versos! Pero la reflexión es la siguiente:

¿Esperarás tú, esperaré yo la respuesta de Dios?

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